viernes, 26 de septiembre de 2008
NO COMPRÉIS MIS NOVELAS EN LIBRERÍAS, SINO EN INTERNET
La editora de mis cuatro novelas más célebre es una inmoral estafadora y adultera, que se ha apropiado ilícitamente de mis derechos de propiedad intelectual y de mis novelas. ES UNA LADRONA. No la enriquezcáis más. Comprad mis libros muchísimo más baratos en www.leer-e.com
Cuéntame algo para DESPUÉS DE LA DESBANDÁ.
“Después de la desbandá” más que medio redactada, está casi acabada ya. Todos mis amigos lectores dicen que es mucho mejor; como la segunda parte de “El padrino”, es superior a la primera; porque se trata de una historia poderosa, apasionante y sorprendente.
Cuento reapariciones inesperadas, tensión e incertidumbre sostenida sobre dos de los personajes, grandes amores, amores inconvenientes, ternura, pasión y dolor.
Pero me faltan importantes datos “ambientales. Tal vez puedas facilitarme algunos, escribiéndome a
luismelero@luismelero.com
DATOS QUE NECESITO:
Años 1937, 1938, 1939, 1940, 1941, 1942, 1943, 1944, 1945, 1946, 1947:
Sucesos muy sonoros de esa década (con sus fechas): ballets rosados, casos famosos judiciales, redadas, tráfico de influencias, crímenes, estafas, catástrofes, riadas, loterías, etc.
Obispos de Málaga durante esos años. Fecha de inauguración del diario SUR.
Fecha en que Arias Navarro se hizo cargo de la fiscalía militar de Málaga. Número de fusilados en 1937. Número de encarcelados en 1937. Maquis, refugios y zonas de mayor actividad. Rastreo de fusilados de la república.
Gobernadores civiles de Málaga cada uno de esos años. Alcaldes de Málaga cada uno de esos años. Racionamiento, comienzo, final. Estraperlo. Contrabando y contrabandistas entre Málaga, Antequera, Ronda, Algeciras y Gibraltar.
Precio del pan, entradas de cine, kilo de papas, cada uno de esos años. Precio de las entradas a los cines. Trapicheo y hurtos en la calle.
Fortunas repentinas Número de fusilados cada uno de esos años.Ambientes de la prostitución. Curas raritos.
La novela está muy avanzada, pero sin mencionas datos de la época me siento en arenas movedizas.. Agradeceré vivamente vuestra colaboración, y dependiendo de vuestra ayuda, os consignaré en los créditos
Reproduzco la primera parte de uno de los cuentos que tengo organizados en libros de relatos, este sobre las relaciones con franceses.
NO COMPFRÉIS MIS NOVELAS EN LIBRERÍAS.
No me pagan mis derechos legales de propiedad intelectual hace casi cinco años.
Podéis encontrar seis libros míos nuevos en el portal
www.leer-e.com
Aquí tenéis la primera parte de un nuevo cuento sobre las relaciones con otros pueblos.
MIOPE
-¿Roberto? Ven a presidencia. Quieren hablar contigo.
Mientras colgaba el teléfono, Roberto Serfaty advirtió un leve temblor en su mano. Iba a suceder lo que había venido temiendo; era demasiado joven para el cargo y, finalmente, los directivos de la empresa habían decidido volverse atrás de su propia decisión de tres meses antes. La llamada de la secretaria del presidente no podía significar otra cosa. No había dado la talla, su inexperiencia había prevalecido sobre su talento y seguramente iban a destituirle o, peor, despedirle. Por consiguiente, entró en la sala de juntas con ademán resignado.
-Eres el más joven del equipo directivo -dijo el presidente, en el centro de las miradas sarcásticas con que escrutaban a Roberto los demás miembros del consejo-. Y, además, el único soltero.
Conque se trataba de eso. Venezuela era una sociedad condicionada por un machismo formal demasiado acentuado. Inmersos en ese culto a la virilidad militante, sus jefes verían sospechosa su soltería aunque sólo contara veintiséis años, una soltería agravada por el hecho de que él no se mostrara conquistador con sus compañeras de trabajo ni se le conocieran parejas femeninas.
-Eres el único al que podemos dar este encargo -prosiguió el presidente.
Probablemente, iban a mandarle otra vez a la sucursal de Maracaibo, lo que de hecho sería una degradación, puesto que la agencia maracucha apenas tenía relevancia. Ya lo habían hecho al principio, cuando recién llegado de Argentina con menos de cien dólares en el bolsillo, hubiera trabajado incluso de picapedrero, por lo que obtener el empleo de diseñador en la mayor agencia de publicidad de Venezuela le pareció un milagro; pero dos semanas más tarde le ordenaron viajar a la capital petrolera de la Guajira venezolana; alojado en una habitación donde compartía pensión con millares de cucarachas gigantescas, tuvo que trabajar afanosamente para realizar la misión que le habían encomendado, diseñar veinte o treinta anuncios insignificantes al día para el suplemento extraordinario de un periódico local, dedicado a las fiestas de la Virgen de Chiquinquirá. Catorce o quince horas de trabajo diario, durante nueve días sin descanso, parecieron ablandar a la directiva, que una vez publicado el suplemento le llamaron de nuevo a la central de Caracas. A los cuatro días del regreso, le nombraron director de arte para un tercio de las cuentas de la empresa; los otros dos directores de arte, un norteamericano y un español, contaban ambos más de treinta años de edad. Roberto, graduado en bellas artes durante las horas libres que le dejaba el trabajo en la tienda de maletas de su padre, en la plaza Once, nunca había ejercido su título, puesto que a los veintitrés años, cediendo a un impulso, respondió la llamada de Sión y pasó más de dos años en un kibbutz al norte de Jerusalén. Vuelto a Buenos Aires a punto de cumplir los veintiséis, descubrió que bajo la dictadura militar no corrían buenos aires para las judíos; su padre se había arruinado. Emigró a Venezuela encandilado por las exageraciones de dos de sus amigos, emigrados tiempo atrás, quienes se jactaban de cambiar de coche, de modelo norteamericano, cada seis meses. Veintiséis años e inexperto.
-Como sabes, Buchanan's es nuestro principal cliente -prosigió el presidente-. A pesar de ser una empresa tan grande, sigue siendo controlada por un solo hombre que, ahora, ha decidido que su hijo tiene que aprender español y conocer de cerca cómo funcionan las filiales sudamericanas, para ir preparándose para cuando le toque dirigir la multinacional. El chico no habla una palabra de español y, al parecer, es bastante apocado. El director de la filial caraqueña, nos ha pedido que busquemos a alguien que lo relacione con gente joven de la ciudad y le ayude a aprender la lengua. Tú eres el único de nosotros que, por tu edad y por ser soltero, está en condiciones de hacerlo. Reconocemos que es abusivo, porque vas a tener gastos; pero no te preocupes; la empresa te asignará una dieta importante durante seis meses. ¿Algún problema?
Salvo el temor a meter la pata al relacionarse con alguien que no sabía cómo le iba a caer, no tenía ningún problema, todo lo contrario. Había entrado en la sala de juntas preparado para un despido, y se encontraba con un aumento de ingresos para los próximos meses.
-De acuerdo. ¿Cuándo lo conoceré?
-Mañana. Adelanta hoy el trabajo que puedas, porque mañana, que es viernes, tendrás el día libre. Ve pensando cómo organizar el fin de semana.
Sentado en el pequeño despacho, Roberto revisó de nuevo la agenda. La mayoría de los abultados "briefings" que llegaban a su mesa tenían un rótulo con la palabra "urgente", enormes sobres llenos de datos sobre las campañas que tenía que crear. Esas urgencias habían sido postergadas para después del fin de semana por el departamento de tráfico, respondiendo a una orden expresa de la presidencia. Efectivamente, no tenía nada que hacer el viernes, pero el trabajo de un creador permanece en su mente también en las horas libres; la postergación no iba a servir para liberarle verdaderamente las siguientes setenta y dos horas, con la agravante de tener que guiar a un desconocido que no hablaba español y a quien le habían prohibido hablarle en inglés. Sombrío panorama.
Echó a un lado la agenda. También le preocupaba no cumplir el encargo tal como se esperaba de él, puesto que la mayoría de sus amigos se movían en los ambientes donde no podía correr el riesgo de introducir al joven Buchanan. ¿Qué iba a hacer con él? Su trabajo habitual exigía imaginación, pero ante este encargo de ahora se sentía sin ideas. Sonó el teléfono.
-Roberto, ha llegado el gringo -le informó la recepcionista-. Me han dicho en presidencia que te ocupes de él. Te lo mando para allá.
La muchacha hablaba con un tono que sonaba burlón y le pareció oír una risita en el momento de colgar, por lo que se dispuso para lo peor. Llamó a la puerta un minuto más tarde; Russel Buchanan carecía de edad; lo mismo podía tener veinte como treinta. El pelo rubio, liso como si se lo hubieran planchado y almidonado, caía en cascada a ambos lados de la sienes hasta taparle un tercio de la cara por ambos lados. Pero no era esa cortina de pelo descolorido lo más sobresaliente, sino las gafas de aros con cristales tan gruesos que, actuando como lupas, apenas permitían verle los ojos. En vez de sonreír, sus labios parecían crispados por el dolor de una úlcera de estómago.
Roberto le ofreció la mano, que el norteamericano estrechó con fuerza inesperada, como si estuviera muy asustado y necesitase un asidero.
-Vamos- le dijo en español y, al recordar que no le entendía, estuvo tentado de hablarle en ingles, pero se contuvo a tiempo y señaló con la mano la salida.
Para acabar de ensombrecer su ánimo, hicieron el recorrido por los pasillos de la agencia entre disimuladas sonrisas de burla. Roberto era consciente de que sus compañeros le compadecían. Cuando iban a salir del edificio, entraba Jota Fischer, el director de arte austriaco a quien había sustituido.
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