lunes, 29 de septiembre de 2008

CAMINATA REIVINDICATIVA. España no paga derechos de autor


España es el único país desarrollado del mundo que trapichea con los derechos de autor. A cualquier ojo razonablemente crítico, le resultaría increíble repasar las liquidaciones que presentan las editoriales a sus autores, sobre todo la que ha editado mis últimas cuatro novelas.
Esa editorial no me paga mis derechos según las condiciones legales de los contratos, y para no volver a caer en lo que ya caí el 22 de julio, estoy considerando seriamente emprender la aventura de ir de Madrid a Barcelona caminando, a ver si consiguiera llamar la atención de los medios hacia mi problema.
Tango 67 años y estoy bastante enfermo. Entre otras enfermedades graves, padecí hace año y medio un infarto cerebeloso. Pero no importa. Vivo día y noche con un solo pensamiento; tengo que hacer esfuerzos tremendos para no correr a suicidarme, porque no me queda NINGUN dinero para seguir sobreviviendo. Quizá sea más útil que suicidarme emprender esa caminata aunque muera, porque tal vez podría conseguir que España deje de ser diferente precisamente porque no paga a sus autores. La Ley de Propiedad Intelectual (sin mecanismos de control) enriquece a las editoras inescrupulosas, pero condena a los autores a la indigencia.
Si alguien tiene idea de cómo habría que organizar la caminata con objeto de recibir ayuda en las diferentes localidades y poder convocar a los medios, le agradecería si aportación a la dirección
luismelero@luismelero.com

DESPUÉS DE LA DESBANDÁ. Extraordinaria colaboración de los lectores.
Agradezco con el corazón los datos y anécdotas que tan abundantemente estáis proporcionándome. No sólo recibo mensajes de Málaga, sino de malagueños desparramados por todo el mundo. Muchas cuestiones importantes mew las han aclarado ya, pero sigo necesitando muchas más información de losd años comprendidos entre 1937 y 1947, sucesos sonoros, escándalos sexuales, juicios con gran repercusión, influencias y corrupción, catástrofes naturales, etc.
También necesito el nombre de los obispos de esa época, y si alguien lo conociera, el mes exacto en que Arias Navarro se hizo cargo de la fiscalía.
¿Cuántos encarcelados políticos llegó a haber en 1937? ¿A cuántos fusilaron?
¿Los asesinatos de la república fueron investigados, por ejemplo en Las Pellejeras?
¿Alguien sabe los nombres de los gobernadores civiles de esa etapa?

Me interesan anécdotas sobre el racionamiento, el estraperlo y el contrabando, tanto en la capital como en la costa. Si alguien se acuerda del prfecio del pan en 1937 y en 1946, sería útil. ¿Cuánto costaba el cine? Hurtos y asaltos en la calle.Fortunas repentinas Número aproximado de fusilados cada uno de esos años
Prostitución y curas.

Prometo consignar en los créditos los nombres de quienes me ayuden. Datos, anécdotas, circunstancias políticas de aquellos momentos, etc. Serán muy bienvenidos. NO COMPRÉIS MIS LIBROS EN LIBRERÍAS, SINO EN INTERNET. La editora de mis cuatro novelas más célebres, una inmoral estafadora y adúltera, se ha apropia ilícitamente de mis derechos de propiedad intelectual y de mis novelas. ES UNA LADRONA. No la enriquezcáis más. Comprad mis libros en www.leer-e.com

Aquí van las primeras páginas de un exótico cuento de unos de los libros que preparo:

PLUMAS

Monty Mount tomó asiento sobre la maleta dispuesto a armarse de paciencia y esperar lo que hiciera falta, a pesar de que eran las siete de la mañana del primero de enero.
Cuando Guillermo Urzaiz se disponía a entrar en el aparcamiento del edificio donde vivía, de regreso de la fiesta de fin de año, vio que había ante el portal un hombre sentado sobre una maleta. "Hay gente para todo -pensó-. ¡A quién se le ocurre hacer guardia en esa circunstancia, un día de Año Nuevo a las siete y media de la mañana!" Excitada su curiosidad, una vez estacionado el coche, en vez de tomar el ascensor hasta el piso subió la escalinata que comunicaba el aparcamiento con el portal, con el propósito de dar una ojeada a tan extravagante personaje. Lo reconoció a la primera mirada y al decirse que sí, que era él, sin duda, quiso que se lo tragara la tierra.
-¡Monty!, ¿qué haces aquí?
-Te mandé un telegrama ayer desde Miami.
-¿A qué hora?
-Un poco antes de subir al avión. Serían las tres.
-Pasé todo el día ayudando a mi amigo a preparar la fiesta de Nochevieja. ¿No me dijiste anteayer por teléfono que no podías venir?
-Eso fue lo que creí. Después, comprobé que me podía escapar tres días. Llamé a todas las agencias de viaje, pero todos los vuelos Nueva York-Caracas estaban completos. Lo solucioné viajando a Miami y tomando luego el vuelo Miami-Caracas.
Mientras el ascensor subía, Guillermo observó a Monty con ganas de carcajearse. Recordó el refrán "tanto va el cántaro a la fuente..." y el cuento del cabrero que engañaba constantemente a sus vecinos diciendo que venía el lobo, hasta que un día vino el lobo de veras y los vecinos, escarmentados, no acudieron a ayudarle. Monty llevaba dos años anulando en el último momento viajes a Caracas que había programado con todo detalle y tras comunicar a Guillermo incluso la hora de llegada. La última vez, cuando aseguró a principio de diciembre que quería hacer un safari fotográfico para retratar pájaros tropicales en Venezuela, Guillermo apenas se tomó en serio el proyecto; la llamada del día treinta le pareció una de tantas, otra anulación de la llegada de un lobo que nunca llegaría. Había salido el treinta y uno por la mañana temprano, requerido por Erasmo, a quien su padre le había cedido su mansión para celebrar con sus amigos la nochevieja. "Tú eres uno de los íntimos -le dijo a Guillermo-. Tienes que ayudarme, sobre todo preparando sangría española para doscientas personas". Durante todo el día treinta y uno, no sólo no había tenido tiempo de pensar en Monty; jamás había creído en la posibilidad de que viajase.
Desde que lo conociera en la fiesta de unos portorriqueños en Nueva York, sabía que a Monty no se le podía tomar muy en serio.
-¿Has estado toda la noche en la puerta? -le preguntó mientras le invitaba a entrar primero en el apartamento.
-No. Cuando vi que no estabas en el aeropuerto, te llamé por teléfono. Estuve llamando tres horas y, una vez que me convencí de que ya no ibas a volver al apartamento, le pregunté a un taxista dónde había una fiesta bonita de fin de año. Creo que el sujeto me confundió, porque me llevó al Hotel Tamanaco. Imagina, Guillermo, yo entre las parejas más repugnantemente burguesas que puedas imaginar. De todos modos, me divertí mucho observando a esa gente encopetadamente hortera y cubierta de laca hasta los sobacos. Cuando la fiesta terminó, tomé otro taxi, dispuesto a esperarte hasta que llegaras.
-Pues te has librado de un buen plantón. Antes de terminar la fiesta, me propusieron ir directamente a Canaima. No acepté, porque estaba cansado. Y ahora, ¿qué voy a hacer contigo?
-Si estás cansado, da igual.
-No, Monty, ¿cómo voy a hacerte eso? ¿Quieres de verdad fotografiar pájaros?
-Eso esperaba.
-Bueno, permite que me dé una ducha, y saldremos dentro de un rato.

Aunque todavía era temprano cuando emprendieron viaje, y a pesar de ser primero de enero, comenzaba a haber embotellamiento de tráfico cerca del túnel por donde la autopista salía de Caracas con dirección a La Guaira. Ese punto era un cuello de botella donde el tráfico discurría casi siempre muy lento, lo que ocasionaba que, en el último medio kilómetro antes del túnel, se apostaran centenares de buhoneros vendiendo toda clase de cosas, desde unas bananas minúsculas y deliciosas que llamaban "cambur pera", hasta calzones de baño, pasando por equipos simples de buceo, cremas solares, zapatillas, artículos de higiene y un extenso surtido de frutas tropicales.
Un buhonero se acercó a la ventanilla del Chevrolet Malibú blanco que conducía Guillermo. Su mercancia era, exclusivamente, cajas de condones. Monty compró tres de a docena.
-¿Para qué quieres tantos condones, Monty?
-No sé. El buhonero era guapísimo.
Pasada la Guaira, debían recorrer casi cien kilómetros hacia el este, en busca de una zona que no tenía carreteras asfaltadas, donde la selva llegaba hasta el mar, desembocaban múltiples arroyos cristalinos y abundaban bandadas inmensas de toda clase de pájaros hermosísimos. También en ese trecho de carretera el tráfico iba lento, y el agobio del calor les obligó a parar unos treinta kilómetros antes de llegar al punto que Guillermo consideraba idóneo para las fotografías de Monty; estacionaron junto a una playa muy concurrida para darse un chapuzón y refrescarse lo suficiente para proseguir el viaje.
Guillermo se lanzó al agua nada más llegar. Nadó durante una media hora. De regreso a la playa, notó el alboroto: Había muy pocos nadando, por lo que temió que alguien hubiera dado la alarma sobre merodeo de tiburones, cosa no muy rara en esas costas. Cuando daba las últimas brazadas en el rompeolas, descubrió que la gente no estaba alarmada, sino todo lo contrario; todos reían a carcajadas. A punto de dejar de nadar, porque sintió que ya no le cubría el agua, su cabeza tropezó con un globo inflado. Al dejarlo atrás flotando, comprendió que no era exactamente un globo, sino un condón. Llegado a la arena, vio en toda su extensión lo que había originado el alboroto. Los treinta y seis condones que Monty había comprado flotaban agigantados por el aire de sus pulmones en toda la línea de la playa.
-Vámonos -le dijo al norteamericano-, antes de que un padre furioso nos denuncie a la policía.
Monty gastó esa tarde quince rollos de película fotográfica. Observándolo, Guillermo reflexionó sobre lo diferente que parecía cuando trabajaba. En las horas de relax, era insoportablemente bromista. Trabajando, en cambio, se concentraba con la abstracción de un místico.
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