Leo que los que se ocupan de este trágico asunto sólo atienden a los del lado republicano y humillan despectivamente a las viejecitas que llegan a indagar por el enterramiento ignorado de sus padres, que militaban en la CEDA. Hay que recordar a quienes se llenan la boca de “recuperación de memoria”, que silencian que las primeras -y abundantísimas- fosas anónimas de cunetas y descampados las abrieron los socialistas y los comunistas; como por ejemplo, las de Las Pellejeras, en Málaga, donde nadie sabe cuántos cuerpos se convertirán en fósiles y sólo las abrirán dentro de un millón de años; es divertido imaginar un Atapuerca del futuro, donde los científicos de turno se pregunten cómo morirían tantos en ese lugar y si serían caníbales quienes los mataron.
Como el cuerpo de Pedro Calderón de la Barca, sacado de su sepultura profanada, y nunca restituido.
Los que nos maravillamos del ejemplo de civilidad que dimos con la armonía de la Transición, no podemos comprender el empeño de “Boca de yacaré” y otros imbéciles por recuperar una memoria -parcial- que todos habíamos acordado enterrar bajo los legajos de la Constitución. Uno, en su inocencia, cree que si de verdad hubiera interés porque la Historia no se olvide, procuraríamos conservar TODA la Historia, no sólo una parte, que además es la menor. Porque nadie debe olvidar que no siempre los ejecutores son los provocadores de los delitos, y que el animal que hizo la Guerra Civil no fue el delincuente que la provocó.
¿A quién conviene recuperar los enfrentamientos trágicos de 1935-36?
jueves, 27 de marzo de 2008
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