miércoles, 2 de julio de 2008

Los complices de las editoriales catalanas defraudadoras

Alguna editora tiene la desfachatez de describir sus métodos de defraudación, con pelos y señales, hasta en blogs y otros medios públicos.
Según dicta la Ley de Propiedad Intelectual, las editoras tienen que decirle al autor cuántos libros se han vendido y pagarle el 10% del importe total. Nada más, salvo que el escritor quiera saber cuántos libros hay en existencia en el almacén y cuántos se han impreso, datos que la editorial tiene que justificar con documentos ORIGINALES. Los libros vendidos son libros vendidos y punto; nadie va a una librería a devolver el libro que compró la tarde anterior. Los libros vendidos son una cifra cerrada que ninguna editora puede alterar a su conveniencia. Toda cuenta presentada al autor complicadamente y restando supuestas “devoluciones” (imposibles), es por fuerza defraudadora. Los libros vendidos son los que usted y yo pagamos en las librerías, libros que jamás aceptarían los libreros que devolvamos. La estafa de las editoriales catalanas defraudadoras consiste en restar los libros en existencia a los vendidos. Con ese truco, se apropian de mis derechos y los de otros autores. Lo espantoso es que las editoriales catalanas defraudadora se sirven de multitud de cómplices:
Periodistas pagados o que, sencillamente, no conocen la ley.
Revistas especializadas que dependen de los anuncios de las editoras.
Emisoras de radio y TV, no informadas en detalle.
Columnistas sarcásticos que se atreven a descarnar a los políticos, fustigándolos (sólo a los del PP), pero no a las editoras cuyos tejemanejes conocen bien.
El Ministerio de Industria (¿no se entera de lo que todo el mundo sabe?)

Hasta los autores son cómplices pasivos. Casi ninguna editorial quiere publicar libros de alguien que sólo escribe. Exclusivamente, publican libros de profesionales de otra cosa, que han escrito alguna vez por “hobby” y no se preocupan de las cuentas, porque se ganan la vida muy bien con otras actividades. Los escritores que no miran con lupa las liquidaciones (casi siempre fraudulentas), son quizá los principales responsables de este estado de cosas.

Claro que… ¿Se puede llamar escritor a un presentador que, ganando millones, tiene la vanidad de publicar un libro y encarga a un “negro” que plagie alguna cosa por ahí?

Así, resulta que teniendo una de las principales industrias editoriales del planeta, no significamos nada en la literatura mundial. Pues los escritores en España, desde Larra, sólo lloramos o nos morimos de hambre, porque somos estafados.

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