miércoles, 9 de julio de 2008

LA EDITORA. Relato

Durante varios años, se había sentido la reina del cielo; vivió feliz y dominadora en su taifa, no tenía que soportar al marido que le repugnaba y, con el pretexto del trabajo, podía acariciar con disimulo a los verdaderos objetos de su deseo. Pero murió el supremo hacedor y el heredero se dio cuenta con indignación de lo que la editora hacía: traicionaba ostentosamente a su esposo con esposas sáficas y estafaba a los autores en sus derechos de autor. Indignado, el heredero echó a la editora de mala manera, sin darle opción siquiera de entrar en su despacho a recoger las fotografías.
Pero la editora decidió reivindicarse a sí misma y fundó una editorial propia. Se afanó en apresurada búsqueda de muchos autores a los que estafar, y comenzó a lanzar libros como butifarras. Mediante la deshonestidad más desvergonzada, y despiadada con los autores, se costeó durante varios años un oscuro y viscoso sibaritismo, e igual que un jeque de Marbella, se llevaba a las odaliscas en fastuosas travesías de cuento. Desesperado, uno de los autores estafados informó del caso al Ministerio de Industria y Comercio; durante varios días, en el ministerio no hicieron caso, pero una mañana, decidieron estudiar el problema, leyéndose la ley; inmediatamente, el ministro recibió un aluvión de llamadas de editoras, conminándole a que su ministerio siguiera amparando la ilegalidad.
Pero a toda cochina le llega su San Martín. Resulta que no todos los hombres somos cobardes y pasivas crisálidas en fauces de mantis religiosas. Al borde del colapso, aquel autor, decidió también reivindicarse a sí mismo del destino que ésta y otras editoras le imponían rumbo a la miseria, la indigencia, la condición de “homeless” y la muerte. Con los últimos alientos y suspiros, emprendió la desigual guerra. La batalla está siendo épica y ya ha rebasado las fronteras de España.
¿Cómo acabará el cuento? Continuará.
TRUCO EDITORIAL PARA ROBAR DERECHOS DE AUTOR: Según dicta la Ley de Propiedad Intelectual, las editoras tienen que decir al autor cuántos ejemplares se han vendido y pagarle el 10% del importe total. Nada más, salvo que el escritor quiera saber cuántos ejemplares suyos hay en existencia en el almacén y cuántos se han impreso, datos que la editorial tiene que justificar con documentos ORIGINALES. Los libros vendidos son libros vendidos y punto; nadie va a una librería a devolver el libro que compró la tarde anterior. Los libros vendidos son una cifra cerrada que ninguna editora puede alterar a su conveniencia. Toda cuenta presentada al autor complicadamente y restando supuestas “devoluciones” (imposibles), es por fuerza defraudadora. Los libros vendidos son los que usted y yo pagamos en las librerías, libros que jamás aceptarían los libreros que devolvamos. La estafa de las editoriales defraudadoras consiste en restar los libros en existencia a los vendidos!!!
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