Dice el refrán que “quien no llora, no mama”.
Es un refrán que la mayoría de editoriales catalanas se saben muy bien, a pesar de la prohibición de hablar español.
Siempre se están lamentando. Dificultades sin cuento, “tengo que plantearme cerrar la editorial”, etc. Etc., Lamentos con el que engañan al lucero del alba, mientras algunas editoras que yo conozco se dan la vida padre en los paisajes más exóticos del mundo, acompañadas por séquitos un tanto llamativos. Pero tan bien engañan al Ministerio de Industria, que el año pasado recibieron un regalo de 12 millones de euros. Lo malo, es que mirando sus liquidaciones superficialmente, engañan también a abogados y hasta a algunos jueces, a los que mi editora, casada con una especie de Ciudadano Kane de mala muerte, dice tener cogidos en un puño.
Pero esas editoras quejicas y defraudadoras, se jactan de contribuir al PIB español con 1,2%., Con los que no contribuyen es con nosotros, los autores, pues se quedan con nuestro dinero mediante el truco más chapucero que he visto en mi vida. He publicado 16 ediciones de libros en los últimos cuatro años, y estoy viviendo de préstamos y la caridad. ¿La edición española es fuerte o es fuerte la estafa?
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