En esta España de nuestros suspiros, es general la creencia de que la profesión literaria es una actividad secundaria, subsidiaria.
Es exasperantemente habitual que a los autores, inclusive los muy consagrados (con muchas publicaciones en librerías), les pregunten cuál es su profesión. Pero no cualquier ignorante, sino hasta personas especializadas de los medios y hasta libreros, con frecuencia renuentes a que los autores sean debidamente retribuidos. Deben de creer que no pueden existir entre nosotros artistas dedicados en exclusiva a la dificilísima tarea de fabular, y hacerlo con las armas del idioma muy bien afiladas. Creen que quien tenga la vocación de escribir debe hacerlo al salir de su trabajo, en horas robadas al sueño y compitiendo con el jaleo de la familia sentada en el salón ante el televisor o con los juegos de los niños en el pasillo. Siempre me pregunto si tendrá relación con estas circunstancias que la creación literaria española actual cuente tan poco en el mundo.
Tanto parece que el que escribe libros lo hace por afición y su trabajo real es otra cosa, que sé de quienes no cumplen los contratos firmados y no presentan jamás las liquidaciones anuales que marca la ley… o las trucan. El resultado es que sólo se les permite recibir retribución por su escritura a los actores, presentadores o famosillos que escriben un único libro en su vida… escrito realmente por un “negro”. Que uno de los pomposos concursos literarios españoles lo ganase un quiosquero anónimo, como uno que ganó en cierta ocasión el Goncourt, es inimaginable.
Tengo once libros editados, he sido finalista de dos premios y una vez gané uno , más bien insignificante. A pesar de todo ello, cuando me presentan a alguien es muy frecuente que diga: “¡Ah!, escritor, sí muy bien. ¿Pero cómo te ganas la vida?”
lunes, 7 de abril de 2008
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1 comentario:
No es tan raro como pueda parecer. El que más y el que menos tiene algún amigo, familiar o conocido que sea funcionario, fontanero, médico o taxista, por poner ejemplos sencillos, cercanos. Los menos tendrán amigos políticos, sacerdotes o escritores. ¿O quizá sea yo, que no conozco a ningún escritor, el perteneciente a la minoría?
Todo aquel que pregunte "de qué vive un escritor" lo hace desde la más completa desinformación y la aún más vulgar desgana por realmente repetirse a sí mismo la pregunta y reflexionar si de verdad alguien puede o no ganarse la vida como escritor, como profesión principal o única. Por mi parte, yo me pregunto: ¿Puede un nuevo escritor "permitirse" vivir de esto? Creo que hoy día no vende más quién mejores obras crea sino el que más popularidad tiene, aunque en realidad el libro ni siquiera sea suyo. Perdón por la parrafada. Un saludo.
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