La televisión y la mercadotecnia al estilo estadounidense han impuesto una telegenia basada en la sonrisa sin cuento. Se debe sonreír se diga lo que se diga, aunque la malísima gestión de cuatro esté hundiendo el país.
Hay que reír, reír y reír y jamás hay que exaltarse igual que un basilisco, como cierta María de las tertulias basura.
Imagínese usted que llego a anunciarle que su padre ha muerto y no le ha legado ni un céntimo de euro y que, para colmo, usted ha heredado la enfermedad crónica e incurable de la que él murió, y se lo digo entre sonrisas bobas y guiños de mis ojitos azules.
Entre sonrisas inacabables, sonrisitas encantadoras, guiñitos azulones y hoyuelos en las mejillas hay que ocultar al pueblo que hemos regresado a parámetros económicos parecidos a los de ANTES de incorporarnos a la CEE.
¿El fulano no se da cuenta de que sus sonrisas, guiñitos y muecas retratan de modo clamoroso a un retrasado mental?
miércoles, 13 de febrero de 2008
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